Lucha la luna entre la noche oscura,
pugna con las sombras y no descansa
en su intento de traspasar la mansa
barrera de nubes con su blancura.
Tiñe el cielo de violenta hermosura,
vierte y derrama con cadencia cansa
que el viento ya ni calma ni remansa
la sangre negra y blanca, blanda y dura.
Asoma su cara de cuando en vez
por entre las grietas del vapor
nadando por entre ellas como un pez,
y sus ojos devoran el color
produciendo a la noche la embriaguez
de un tenso, dulce y mágico sopor.
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