2010/08/23

soneto

Tengo una espina clavada muy dentro
tan dentro que ya casi ni la siento
tan fina que no la mueve mi aliento
tan larga que me ha llegado hasta el centro.

La busco entre mis carnes y no encuentro
el motivo de mi adormecimiento
ni tampoco el origen de este viento
que me azota cada vez más adentro.

Pienso a veces que tiene vida propia,
que crece y crece sola, sin descanso
mientras yo sigo viviendo en la inopia.

Cuanto más lo cavilo más me canso
de ser menos original que copia
de vivir como el agua sin remanso.

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