Vive apostado tras aquella esquina
por la que nunca solos transitamos
salvo cuando ciegos nos extraviamos
y avanzamos derechos a la ruina.
Elabora el mal a que nos destina
como quien flor a flor hace los ramos
que trémulos y llorosos llevamos
hacia la tumba triste y anodina.
Surge de pronto airado y contamina
con su hedor los aromas del presente
dejando una peste luciferina.
Remueve el sedimento de la mente
haciendo inutil cualquier medicina
con que poder curarlo eternamente.
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