Las piedras que manos hoy lejanas
labraron al gusto de los humanos
enmarcan otras piedras y otras manos
abriendo en este muro mis ventanas.
Cráneos que hoy no pueblan ni las canas
con carnes alimento de gusanos
pasaron frente a sus vidrios ufanos
hablando de fulanos y fulanas.
Los ojos que los vieron desfallecen
en el limbo cercano de los muertos
y son hoy los míos los que parecen
otear tras los cristales desiertos
a humanos que mientras viven perecen
de camino hacia sus fúnebres huertos
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